diumenge, 12 de maig del 2013

Running


Nos encontramos a Carles Santos por la calle, le saludamos y yo pienso que tendremos que invitarle a un ensayo, Lali me anima a hacerlo, y hoy el Fonde me corrobora que es una buena idea. Lo que nos pueda decir este señor acerca de la música en escena y la visceralidad contada con belleza es oro. Sólo de imaginar la cara de Álex o de Ori, los más jóvenes, escuchando los posibles comentarios del Gran Santos se me hace la boca agua. Debo apuntarlo en la agenda. Topo lee, mientras Roc se dedica a jugar al Pingu con mi Mac. Los ojos de Topo se humedecen a medida que el texto va entrando en ella y va dejando de ser eso, texto, y yo, cómo un director egoista y quirúrgico, en vez de detenerme, sigo preguntándole y sigo rascando con preguntas y más preguntas, y Topo, valiente, se coge a la ola y sigue surfeando, sin escapar. Sigamos por aquí, sigamos por este camino, parece un buen camino. Llevo a comer a Álex al Juicy Jones y le explico la historia del Kinderheim, y del Mars, historias de adolescentes que buscan entre la niebla sus propios orfanatos, que tocan el cielo, historias de Bares Amparos. Y hago el ejercicio de conocerle un poco más, porque debemos conocernos para cubrirnos las respectivas espaldas, y le pregunto por sus miedos y le cuento los míos, y se nos suma un yonki de barrio, el Super, de esos que sólo se suman a los adolescentes buscavidas, y me siento, por unos momentos, otra vez, recordando un pasado más cercano de lo que creía, de nuevo, un adolescente buscavidas.

 

 Reunión va, reunión viene, con la gente del CCCB, con Marta y Carles. Las ideas que tenemos para convertir el CCCB en un eventual Bar Amparo van calando, y luego más reuniones con Inma, Semo, y los demás del Antic Teatre, entendiendo y acomodando cada paso del proceso. Helio viene, puntual, empieza a ser puntual el hijoputa, y nos ofrece otra banda para tocar con ellos la Noche Jo Mai, Ultratumba, y les escucho y suenan cómo una pesadilla. Son perfectos. Lluís aparece, se quita la camiseta, abre la nevera, saca una lata y dice que tiene un título idóneo para una obra: “Aixó no serveix per res i no li importa a ningú” Y yo le saco el Book of Art , tochazo, el libro de Caravaggio, el de Rusinyol versus Picasso y el de Psicología del Color. Toma, moreno. Y empezamos a viajar, con la música, cómo dos púgiles agotados que no quieren salir de la pista. Escucha esto: “Ding ding dong o ding ding dong da di do ding ding dong” Y le pongo videos de Tyler The Creator. Y le pongo el video de NITCH/JO MAI. “Sou molt moderns”, me dice. Y al día siguiente, froidianamente, me pongo la camiseta de PUTOS MODERNOS.

 

 Y con mi gorrita de BCN FINEST y Marcel con su camiseta de furbol de Iraq corremos mañana sí, mañana también, hasta que mi castigado cuerpo de treintañero friqui lo permite, ponemos el cuerpo un poco al límite y luego, ya en la playa, ante un grupo de modelos en bikini abriéndose de piernas, o al menos así queremos imaginarlo, buscamos a Frank, o en el anfiteatro del parque al lado de la estación del Nord. Que mande Frank, que mande Frank, que mande Frank. La última clase en Torre Llobeta. Tanto Maxi a nuestro alrededor, tanto Maxi en nosotros. Qué bravos, qué bizarros(recuperemos el sentido castellano de la palabra “bizarría”, por favor), qué admirables. Los chicos nos leen sus cuentos, sus piezas teatrales. Joder, cuanto tenemos que aprender. Cuanto tienen que decir. “On the road”, de Warter Salles, no es tan mala adaptación de la novela, ni mucho menos. Hay varias cosas que explica muy bien. Cosas que no son fáciles de explicar y que uno agradece. Joder, tío, gracias por contar esto, gracias por decirlo. Gracias por hacerme sentir menos solo. Esa mirada de Sal hacia Dean, al final, su viejo héroe ya roto, destrozado por los tubitos de pastillas, el frío y por su voracidad. Y tú de smoking, esperando ir a ver a Duke Ellington o a quien sea. Sí, joder, te quiero mucho, y te echaría un cable, pero me tengo que ir, tengo que hacer mi camino, vivir mi vida. Pero, coño, te miro y eres mi familia. Estamos en caminos diferentes, debo agarrarme con fuerza a estas nuevas vías, a estos raíles vírgenes, pero, coño, joder, hostia puta, joder, eres mi familia. Tus ojos me llaman, tienen mucho que contarme. Y alguien debería escucharte. Tu historia no es la que querrías contar, seguramente, pero es tu historia y de nadie más. De la misma manera que, porque te encontré fuera de casa y juntos hicimos casa, por eso tú eres mi familia incluso más. Incluso.

 

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